25 feb 2010

Invictos.

FELIP BENS.

[Crònica. L'informatiu.com]

El Llevant UD sigue sin conocer la derrota en 2010.

[Elche CF 0-0 Llevant UD, Estadi Martínez Valero, 19-2-2010]

El Elche jugó un gran partido y demostró ante un buen Llevant UD que aun no ha dicho su última palabra este año. El derby fue intenso y cualquiera de los dos equipos pudo vencer, aunque lo cierto es que la actuación de Manu fue determinante para impedir que lo hiciera el Elche.

Manu se doctoró en el Martínez Valero con un partido colosal. El joven portero de la cantena blaugrana evitó que el Elche se llevara el gato al agua en un bonito derby al que sólo le faltaron los goles. Rafa Jordà acudió a su cita con el gol, pero esta vez el árbitro lo anuló por un dudoso fuera de juego. También lo intentó el exlevantino Saúl, uno de los mejores del partido, a quien una travesura del destino impidió que un trallazo suyo acabara en las redes de Manu. De forma inverosímil el balón salió despedido tras dar primero en el larguero y luego en el poste.

El Elche salió en tromba y desde el primer minuto apuntó cuáles iban a ser las claves del encuentro: Wakaso pretendía hacerse el amo y señor del círculo central y lo consiguió durante muchas fases del encuentro con el permiso de un Iborra que va más cada domingo. Saúl y Juli desbordarían las débiles bandas levantinas durante los 90 minutos. Consolidado el centro de la defensa con Rodas y Ballesteros, los laterales siguen siendo el talón de Aquiles de este Llevant UD. Ello repercute muy negativamente en el juego ofensivo blaugrana, pues los interiores deben fajarse en tareas defensivas, perdiendo el equipo toda su alegría.

Lo cierto es que, sea como sea, el Llevant UD sigue imbatido en 2010 y ahora tiene tres partidos asequibles por delante —Las Palmas y Gimnàstic en casa; Murcia fuera— que podrían auparlo definitivamente a los puestos de ascenso. En cuatro jornadas, para después de Fallas, el Llevant UD pasará el primer gran test para ver hasta cuándo piensa mantener el sueño del ascenso entre su afición. Será en Anoeta, ante una Real que ya cayó en el Nou Estadi.

24 feb 2010

El último Invencible.

JOSÉ LUIS GARCÍA NIEVES

[Trenet a Vallejo. L'informatiu.com, 19-2-2010]



Ochenta años separan estas dos imágenes. Dos instantes que evocan la gloria remota y el futuro esperanzador de este extraño superviviente llamado Llevant UD que pocas veces ha mirado a su cantera. A la derecha, de blanquinegre, Hilariet Cerdà, grauero y levantino hasta el tuétano, poco antes de comenzar un partido de infantiles en el Camp del Camí Fondo del Grau a principios de los años 20; a su izquierda, el cabanyalero Héctor Rodas, en los aledaños del año 2000, soñando con debutar en el primer equipo.

Hilariet es uno de los grandes de nuestra historia. Protagonizó con otros diez chavales de Els Poblats Marítims —Villarroya, Sapiña, Alamar, Puig II, Juanito Vázquez, Sorní, Lacomba…— uno de los episodios más emotivos del siglo. Corría 1924 y aquel equipo juvenil era tan bueno que convirtió un adjetivo en sustantivo: les llamaron Los Invencibles. Arrollaban a los rivales en la competición local, y cuando los canteranos del Madrid o el FC Barcelona asomaban por el Camí Fondo, atraídos por la curiosidad ante aquel prestigio creciente, volvían a casa con el saco lleno de goles.

En aquellos tiempos no estaban instauradas las competiciones nacionales para juveniles así que su condición de mejor juvenil de España no pasó de título honorífico. Les dedicaron coplillas y ocuparon portadas. Llegado el momento, cumplieron con el deber de toda cantera: nutrir al primer equipo.

En 1926, cuatro chavales del filial subieron como titulares al primer equipo para cambiar la historia del Llevant Football Club para siempre. Ganaron nueve partidos seguidos y se clasificaron por primera vez para el Campeonato de España. Medio Cabanyal se metió en un barco —el J. J. Sister— para ver al Llevant en Les Corts del FC Barcelona. Siete Invencibles viajaron con la plantilla.

Hilariet fue titular indiscutible en el centro del campo hasta 1933, cuando dejó el fútbol para poder mantener a la familia; el longevo Puig II, pequeño de la saga e integrante de aquel juvenil de ensueño, llegó a conquistar la Copa de la España Libre en 1937 y vistió los colores del nuevo Llevant UD tras la fusión de 1939.

El último heredero de aquellos genios horneados en la Plageta del Cabanyal se llama Héctor Rodas, nacido al fútbol en la misma cuna del levantinismo. Sin embargo, su estruendosa irrupción en el primer equipo desde la cantera, consolidándose en un puesto tan exigente como el de central con apenas 21 años, no es un fenómeno accidental.El Llevant UD, movido por la necesidad y también por el sentido común, vuelve a mirar a su escuela sin el escepticismo habitual años atrás. Manu, Rodas, Iborra y Mateu forman una quinta preparada para liderar en pocos años a un equipo que aspire a algo más que a mantenerse en Segunda División.

A la feliz aparición de los chavales se une el acoplamiento en el primer equipo de otros jugadores del territorio valenciano como Pallardó o Cerra; y el acierto del club al reclutar a dos viejos guerreros: Ballesteros y Juanfran, profetas fuera de casa que quieren despedirse de su gente consiguiendo el más difícil todavía. No había tanta sangre levantina en el vestuario desde la llegada al primer equipo de otro símbolo marítimo como Vicente Latorre y su quinta, hace casi treinta años.

El club ha hecho de la necesidad virtud y la cantera se ha convertido en uno de los motores de la reconciliación entre la entidad y una afición que siente al equipo más suyo que nunca. No hay otro camino para este Llevant. Sería poético que el ejemplo de los Invencibles volviera a inspirar momentos de gloria, tal como ocurrió hace más de ochenta años.

La ilusión construye sueños

FELIP BENS.

[Crònica. L'informatiu.com]

El Llevant UD empalma 4 victorias y enchufa a la grada de Orriols.

[Llevant UD 1-0 Celta de Vigo, Orriols, 14-2-2010]

1-0 al Celta y sufriendo. Tercer rato que juega Jordà, tres partidos y tres goles y cuarta victoria consecutiva del Llevant UD que permite a los blaugrana seguir la estela de los de arriba. Siete partidos en 2010 con cinco victorias —cuatro consecutivas— y dos empates. Una racha que cobra mayor valor teniendo en cuenta que se venció a dos gallitos en casa —Villarreal y Betis— y se empató contra otro fuera, el Rayo.

Guarismos para un sueño. De niños y mayores. De racionales o atrevidos. Hasta ahora el sueño se verbalizaba con la boca pequeña: centenario y ascenso. Ya se habla de ello incluso en las bambalinas de los despachos y los vestuarios de Orriols. Con prudencia pero abiertamente. Hay motivos más que sobrados para el optimismo: los levantinos están arriba sin haber recuperado el fútbol brillante que practicaron al inicio de la Liga y que de repente cayó en picado, con el punto álgido del tedioso e immerecido empate a cero en Castellón. El ridículo de Castalia activó la circulación de los blaugrana. Y, aun sin recuperar aquel desparpajo ofensivo de los primeros meses de Liga, han conquistado la robustez defensiva con que soñaba Luis García (3 tantos en 7 partidos) y siguen creando ocasiones en cada partido. Los entendidos dicen que así se alcanzan éxitos en 2ª División: peloteando con el corazón en el puño y el cuchillo entre los dientes. Así subió a Primera el Llevant UD de Mané y así juegan también Cartagena o Real Sociedad. Lo del Hércules de este año o lo del Llevant UD de Preciado son las excepciones que confirman la regla.

Las sabias gradas de Orriols lo saben. 1-0 y sufriendo. Con un arbitraje malo de solemnidad e irritante para los intereses blaugrana: gol legal anulado a Iborra e injusta expulsión de Jordà —que jugó 14 minutos—. En las gradas lo saben. Saben —los 5.000 que venían y los 7.000 de hoy, gracias a la campaña de abonos— que para subir hay que desencajar las gargantas y regalar a este equipo corajudo ese plus que necesita. La grada de Orriols —aun escasa— sabe fajarse cuando la ocasión lo requiere. Y hace tiempo que la afición granota mueve inquieta la pituitaria en sus asientos: este año huele a ascenso. Hay que fajarse, arrimar el hombro, afilar la esperanza. Hoy era un partido clave. Los de delante no aflojan el ritmo y no perder su estela pasaba por ganar hoy. Se consiguió con determinación y oficio. Once titanes, comprometidos para perpetuar el sueño, y una grada enchufada. En harmonia. Es un reto muy complejo, pero la ilusión mueve el mundo. La ilusión construye sueños. El sueño de un colofón histórico para el mágico año del decano.

Darwin, te salimos rana.

JOSÉ LUIS GARCÍA NIEVES

[Trenet a Vallejo, L'informatiu.com, 12-2-2010]

Si algún biólogo centrara sus estudios en el fútbol seguramente encuadraría al Llevant UD entre los inadaptados al medio. Nuestro talento para desperdiciar oportunidades y complicarnos la existencia es un caso de libro. Sólo unos ejemplos: primogénitos del fútbol valenciano, con una década sin gran competencia y una ciudad por conquistar. Y, sin embargo, un nouvingut llamado Valencia FC nos arrebata sin esfuerzo el primer escalón de la ciudad a principios de los años veinte.

Nace la Liga española en 1928, justo cuando el Llevant FC es el campeón valenciano, pero su escaso poderío institucional le relega al furgón de los torpes: la Tercera División. Entre las bombas de una guerra, el viejo club del Cabanyal gana la Copa más épica jamás contada. La del lado de los perdedores, condenada a la clandestinidad.

El equipo vive su mejor momento en los 60: con el anhelado ascenso, dos años en Primera y Vallejo a reventar. ¿Solución a los problemas económicos? Un exilio a un estadio alejado de la civilización, rodeado de acequias y caminos intransitables. Cuarenta años después, los desheredados vuelven al paraíso y, en fin, todo termina en los juzgados.

Paco Gandia, que era un visionario, estudió el fenómeno y formuló su teoría: "El Llevant UD es un club forjado en el yunque de la adversidad". Una auténtica genialidad. Gandia prefirió el lirismo a la cruda realidad, y fundó una historia de románticos perdedores en lugar de reconocer que si el fútbol fuese una ciencia perfecta —como esa jungla de Darwin despiadada con los débiles—, el Llevant UD sería un cadáver hace mucho tiempo.

Ignoro los motivos, pero el diagnóstico es evidente: algo ocurre en esta ciudad que la hace incapaz no ya de alimentar un rivalidad de primer nivel, sino ni siquiera de poder evitar que el fantasma de la desaparición orbite sobre este club centenario como una amenaza cotidiana. Un club, en definitiva, condenado a la extinción. Y, sin embargo, aún estamos vivos, inmunes a ese destino; reinventándonos cada día con una envidiable mala salud de ferro. Así que aceptando que no moriremos jamás, porque esa es la gran lección de este siglo, ahí va mi propuesta para este Trenet a Vallejo. Memoria sin nostalgia; veneración de nuestra historia con respeto hacia el presente. Rebelarnos contra el victimismo y la pose decadente. Exigir, reclamar, aspirar. Porque ya va siendo hora de jubilar el yunque.